Un ataque de nervios es un estado emocional en el cual un individuo reacciona frente a su estrés acumulado o problemas ocultos y sin resolver.
Cuando una persona va acumulando el estrés, a medida que el tiempo pasa esto se va agravando hasta ocasionar un ataque de nervios. Todos los seres humanos necesitamos liberar lo que tenemos dentro, ya sea tensiones, rabias, rencores; ya que de lo contrario, al ser acumuladas nos hacen daño.
No todos manifiestan una crisis nerviosa de la misma manera, hay quienes corren de un lado a otro; otros simplemente quedan perplejos sin saber qué hacer; otros se desquitan con sus seres queridos o gritan sin razón. En fin, existen múltiples manifestaciones, pero hay un proceso que es común en todos el cual implica tres fases.
En la primera, se produce una sobreestimación de las fuerzas y del tiempo y el individuo se llena de tareas o realiza horas extra en su trabajo, lo cual genera el comienzo del estrés. En la segunda fase, éste se da cuenta que sus fuerzas y tiempo no son suficientes para todo lo que quería hacer, lo cual provoca un estado de depresión y agotamiento físico y mental. Finalmente, pierde la confianza en sí mismo y comienza a convertirse en una persona pesimista y agresiva con los demás, también sufre de pesadillas y le es difícil conciliar el sueño, comienza a enojarse por todo y hasta su memoria se ve afectada.
Para poder evitar un futuro nuevo ataque nervioso, es necesario el apoyo de otra persona que ayude a lograr un relajo y también se recomienda el ejercicio físico, que ayuda a liberar tensiones y estrés acumulado.