Un quiste es una bolsa cerrada y con membrana propia, que puede aparecer en cualquier parte del cuerpo y contener en su interior, líquido, aire, pus u otra sustancia.
Un quiste bucal se puede generar en cualquier parte de la boca, dientes, encías, lengua, labios y podría contener material líquido o semisólido como, moco, queratina o residuos celulares. Suelen ser asintomáticos y no causan dolor en su fase inicial, por lo que un cirujano dentista podría detectarlos por medio de una radiografía de rutina; sin embargo, los que se producen en partes blandas muchas veces no son detectados con este tipo de examen.
Los quistes bucales están formados por tres estructuras, cavidad central, también llamada luz; revestimiento epitelial, distinto en cada tipo, puede ser plano, cilíndrico, cúbico, queratinizado, entre otros y una pared exterior de tejido conjuntivo.
Los quistes de la cavidad oral se dividen en dos grupos mayores, odontogénicos y no odontogénicos; también existen algunos que se clasifican en una especie de subgrupo como quistes inflamatorios, estos son el radicular, lateral, apical, residual y paradental. Entre los odontogénicos hallamos el quiste gingival, primordial, dentígero, erupción, periodontal lateral y el queratoquiste odontogénico. Dentro de los no odontogénicos están el quiste del conducto naso palatino, nasolabial o nasoalveolar, medianos palatino, alveolar y mandibular y el quiste glóbulo maxilar.
Un ejemplo de quiste bucal en masas blandas es el mucocele, que se desarrolla sobre la superficie interior de los labios de la boca, por causa del rompimiento de una glándula salival. Cualquier tipo de quiste que se presente debe ser evaluado por un cirujano dentista, para descartar problemas mayores.