Cuando hablamos de expresión dramática uno puede pensar en el mundo de la interpretación y en ser actor o actriz, pero lo cierto es que la expresión dramática puede servirnos como vehiculo comunicativo para mejorar nuestras relaciones personales y sociales. Esta expresión utiliza el cuerpo, el sonido, el lenguaje, el espacio, y los objetos para interpretar. Su objetivo es desarrollar la capacidad par improvisar a la hora de representar diferentes papeles o situaciones. Esto otorga autoconfianza y autodominio y recursos que podemos usar en distintos ámbitos, ya sean personales o laborales.
Actuar significa básicamente aprender a ser otro. Este juego de roles puede tener diversas repercusiones psicológicas. Favorece una mayor tolerancia haciendo que las personas sean más abierta, con una mayor comprensión de sí mismas y un mejor entendimiento hacia los demás.
Estas experiencias amplían nuestras capacidades para reaccionar de manera distinta e imaginativa ante las situaciones cotidianas. Representar emociones intensas e incluso inconvenientes permite exteriorizar aquellas angustias o ansias que normalmente se tienden a reprimir.
La teatroterapia es una modalidad terapéutica que intenta profundizar en los bloqueos emocionales a través de la interpretación. Mediante la creatividad y ejercicios como la expresión corporal, vocalizaciones o técnicas de respiración la persona explora su capacidad interpretativa y expresa sus conflictos.
Otra terapia utiliza la lectura y representaciones de textos literarios con fuerte carga efectiva, donde las personas comentan sus sentimientos y asocian lo interpretado con su historia personal.
La expresión dramática tiene cada vez mayor repercusión en la educación. En las escuelas se introduce la dramatización para aumentar la expresividad de los más jóvenes, despertar la espontaneidad y creatividad. La improvisación les estimula a expresarse con mayor libertad y seguridad. Esta expresión también desarrolla la capacidad de concentración y la imaginación.