Según los relatos de la Biblia, cuando Jesús enseñaba a sus discípulos la importancia de ayudar al prójimo, sucedió un acontecimiento milagroso, según Marcos.
Cierto día los discípulos tomaron todas las canastas de pan y subieron a un barco, Jesús les pidió que se adelantaran en el viaje mientras él terminaba de orar, ya que tenía una gran necesidad de hablar con Dios; subió a una gran montaña y ahí oró con tranquilidad; pasó un tiempo y oscureció, los discípulos se encontraban en el barco, en medio de un gran lago, el viento era muy fuerte, en este momento, aún en la oscuridad, Jesús vio que sus discípulos tenían problemas para remar; en ese momento decidió caminar sobre el agua para ir a ayudarlos, cuando lo vieron, se asustaron y gritaron con terror, él contestó: “Cálmense, soy yo, no tengan miedo”, Jesús, subió al barco, inmediatamente el viento se calmó, pudieron navegar hasta la orilla para finalmente llegar salvos.
En la versión de Mateo esta historia es igual con una excepción, Mateo relata que cuando Jesús llegó al barco y les pidió que no tuvieran miedo, en ese momento, Pedro se dirigió a él, diciéndole: “Si eres Jesús, dime que salga del barco y camine contigo en el agua”, Jesús le dijo: “Ven”, así que Pedro salió del agua y comenzó a caminar a su lado sobre el agua del lago, asombrado, quitó la mirada del rostro de Jesús debido al agua que salpicaban las olas al chocar con el barco, en este momento, Pedro se hundió, Jesús lo rescató y ambos subieron al barco, donde los discípulos confesaron: “Verdaderamente eres el hijo de Dios”.