La remolacha es una raíz muy nutritiva, utilizada en ensaladas, cocidas o frescas, en donde también sus hojas son aprovechadas. Posee muchos nutrientes como vitaminas A y C y minerales como el hierro, también ácido fólico y mucha fibra. Contiene mucha azúcar por lo que no es recomendada que sea consumida por los diabéticos.
A la hora de elegirlas es bueno que opte por las más pequeñas y para guardarlas, aparte el bulbo de las hojas (cortándolas dos centímetros del mismo), debido a que estas últimas siguen absorbiendo agua lo que puede deshidratar al bulbo, y para conservarlas frescas en el refrigerador, colóquelas en bolsas de polietileno sin olvidar de hacerle unos cuantos agujeros para que respiren.
Al cocinarlas, puede hacerlo al horno lo que ayuda a conservar el sabor, también usando vapor, agua hervida, olla a presión, dejarlas reposar en vinagre, asarlas o también puede consumirlas crudas cortadas en rodajas bien delgadas o puede rallarlas. Antes de esto, previamente lávelas muy bien evitando quebrar la cáscara para que no pierda sus nutrientes al momento de cocerlas. Una vez que ya estén cocidas proceda a pelarlas frotándolas con los dedos.
El tiempo que lleva cocinarlas dependerá del tamaño de cada una, si son más pequeñas tienden a cocinarse más rápido, tenga en cuenta esto a la hora de elegir el tamaño de las mismas. Para asegurarse de que ya estén listas, clávelas con un cuchillo o tenedor verificando si ya están blandas.
Para sacar las manchas que la remolacha pueda dejar en las manos o en otros elementos de la cocina, frote sal fina o de mesa sobre éstas.