Una buena crema de leche debe tener por lo menos 36 % de grasa, aunque puede tener más. Usualmente tiene una consistencia espesa y firme y no debe contener leche descremada o que sea baja en grasa.
Al cocinar con crema de leche en vez de leche, hace que las comidas adquieran una mejor consistencia y obtengan al mismo tiempo una suave textura. Hay múltiples variedades de cremas de leche y dependiendo de su contenido graso o ligereza es como se recomienda aplicarla en un platillo más que en otro.
Por lo general, las cremas de leche que son ligeras se usan para ser mezcladas con el café o para preparar salsas y sopas, mientras que las que tienen consistencia mucho más espesa pueden ser empleadas para decorar algún platillo, para elaborar crema chantilly o para decorar si se desea hacer repostería. También, si la consistencia es sumamente espesa, es ideal para elaborar mantequilla casera.
También, es posible congelarla, pero una vez congelada no será posible hacer crema batida con ella. Al congelarla, aparte de extender su caducidad, nos permite emplearla fácilmente en preparaciones posteriores para hacer pasteles, natillas, mousses, salsas y en verduras. Aunque si lo que deseas es que la crema de leche tenga una consistencia muy esponjosa, lo recomendable será usar una crema recién comprada, batirla lo suficiente para que quede a punto de turrón y luego endulzarla para ahora si proceder a congelarla.