La morfina y los opioides se han utilizado durante años bajo la forma de fármacos para paliar dolores de diversa índole. No obstante debemos saber que tanto el uno como el otro tienen efectos secundarios los cuales impedirán que puedan usarse ya que se deberá suspender momentáneamente el tratamiento en caso de detectarlos.
El efecto secundario más notable en el uso de estos medicamentos son las náuseas y los vómitos. Estos suelen aparecer durante los primeros días del tratamiento y desaparecen por si mismos al cabo de 4 o 5 días. Es una reacción normal del cuerpo al medicamento por lo que el método de actuación es suspender el tratamiento y volver a administrarlo pasadas las náuseas y los vómitos.
Otro de los efectos que producen este tipo de medicamentos es la somnolencia. Esta aparecerá inmediatamente tras la aplicación del medicamento. Esto puede deberse a una dosis excesiva del medicamento por lo que si el paciente no presenta dolor y persiste la somnolencia se deberá reducir la dosis para administrar la dosis correcta.
Además de estos síntomas, también suele aparecer sequedad bucal en los pacientes que reciben tratamientos de morfina y de opioides. La solución a este efecto secundario es extremadamente sencillo. En los pacientes que presenten este efecto secundario se les ofrecerá bebida para que realicen pequeños sorbos de agua cada vez que noten la boca seca.
Otro efecto secundario puede ser los síntomas que tengan que ver con algún tipo de confusión (alucinaciones, visiones, confusión…). Estos síntomas desaparecerán pasadas unas horas por lo que es importante avisar a los pacientes y a los familiares de esta posibilidad para que no se preocupen.