La obesidad es una enfermedad crónica, de difícil curación y debe ser tratada cuanto antes ya que su prolongación en el tiempo puede ser peligrosa para nuestra salud. Por ello cualquier tratamiento de la obesidad debe ser sostenible a largo plazo y siempre debe estar prescrito por un especialista.
Comer de manera sana, variada y equilibrada evitando grasas es la única estrategia efectiva a largo plazo, pero dado que es un instrumento terapéutico potente debe ser prescrita por un facultativo.
La obesidad es un exceso de grasa. En la obesidad como en otras enfermedades crónicas no existen productos milagro, con lo que la pérdida de muchos kilos con métodos drásticos se corresponde con pérdida de músculo y agua además de facilitar un potente efecto rebote. Si recurrimos a productos dietéticos de herbolario hemos de conocer previamente sus principios activos y composición, pues tienen potenciales efectos secundarios y contraindicaciones.
El único “milagro” para acabar con la obesidad es una adecuada estrategia con los objetivos centrados en el medio plazo, que comprende una alimentación equilibrada ligeramente hipocalórica y un programa de ejercicio físico. Los fármacos pueden resultar eficaces pero deben ser siempre indicados por un especialista.
Para combatir el apetito existen diversas estrategias que podemos seguir; por ejemplo, a la hora de comprar los alimentos es mejor llevar siempre una lista preestablecida o hacerlo por teléfono o Internet, asegurándonos de hacerlo siempre después de comer. También puede ser útil adquirir alimentos que requieran preparación antes de consumirlos. Hay que evitar tener a mano alimentos ricos en calorías. Los frutos secos, galletas saladas, aceitunas y otros alimentos de este tipo se comen compulsivamente y no proporciona sensación saciante.
Es muy importante respetar los horarios de comidas y hay que procurar consumir alimentos de bajo rendimiento calórico, como las verduras y fruta.