El organismo posee un complejo mecanismo para detener el sangrado, dicho mecanismo es conocido como “coagulación sanguínea”, casi todos los seres vivos nacen con una defensa natural contra cualquier tipo de hemorragia, es decir, cuando hay alguna cortada o simplemente un sangrado, el organismo se pone a trabajar para que deje de sangrar entonces la sangre coagula rápidamente volviéndose muy espesa y al mismo tiempo deja de fluir, posteriormente no tardará en aparecer una costra de sangre coagulada en la piel y escamas sobre la herida hecha, cuando la herida o el sangrado es intenso y más abundante, se puede acelerar la coagulación vendando la herida fuertemente impidiendo que la sangre fluya, dando paso para que el organismo empiece a actuar por sí solo.
Cuando se rompe un vaso sanguíneo en condiciones normales suceden tres pasos que son las siguientes.
- El vaso sanguíneo se estrecha para achicar el corte o la rotula y reducir el flujo de sangre.
- Las plaquetas comienzan a reunirse y a pegarse en los bordes de las paredes del vaso sanguíneo dañado formando un tapón.
- Se comienzan a tejer finas hebras de fibrina, ésta es una sustancia que fabrica el cuerpo sobre el tapón de las plaquetas, formando así una red para asegurar el tapón. Una vez asegurado este tapón se impide que la sangre siga saliendo, en ese momento empiezan a crecer las células nuevas para cubrir el orificio en la pared del vaso sanguíneo y al mismo tiempo remplazar la piel perdida.