Los trastornos de disfunción sexual pueden ser clasificados en cuatro categorías: trastornos del deseo sexual, trastornos de la excitación, trastornos del orgasmo y trastornos de dolor.
El trastorno del deseo sexual o libido disminuida se caracterizan por una falta o ausencia durante algún tiempo de deseo sexual o libido para la actividad sexual o fantasías sexuales.
Los trastornos de la excitación sexual anteriormente fueron conocidos como frigidez en las mujeres e impotencia en los hombres, aunque estos han sido reemplazados con términos menos críticos.
La impotencia es ahora conocida como disfunción eréctil y frigidez ha sido reemplazado por un número de términos que describen problemas específicos, por ejemplo, deseo o excitación.
Puede haber causas médicas para estos trastornos, como el flujo de sangre disminuido o falta de lubricación vaginal.
La disfunción eréctil o impotencia es una disfunción sexual que se caracteriza por la incapacidad de desarrollar o mantener una erección del pene. Hay varias causas subyacentes, tales como daños a la erigentes nervi que impide o retrasa la erección, o la diabetes.
Debido a su naturaleza embarazoso y la vergüenza que sentía por los enfermos, el tema fue tabú durante mucho tiempo y es objeto de muchas leyendas urbanas. Remedios populares durante mucho tiempo se han recomendado, con algunos que se publicitó ampliamente desde la década de 1930.
La introducción de tal vez el primer remedio farmacológicamente eficaz para impotencia, sildenafil (nombre comercial de Viagra), en la década de 1990 provocada una ola de atención pública, impulsado en parte por el mérito de noticias de historias sobre él y publicidad pesada.
Trastornos del orgasmo son persistentes retrasos o ausencia de orgasmo tras una fase de excitación sexual normal. El trastorno puede tener orígenes físicos, psicológicos o farmacológicos.