Un ciclón tropical, mejor conocido como huracán, se estudia a través de la observación, lo cual resulta en todo un desafío debido al gran peligro que representa estar cerca de este fenómeno oceánico, las estaciones meteorológicas monitorean su acceso a tierra firme desde lugares alejados ya que rara vez se encuentran presentes dentro de la zona de riesgo para una observación profunda.
La medición del huracán se realiza a nivel de superficie en las costas de tierra continental, una isla o en el borde del ciclón donde no resulte una tarea mortal. En ciertas ocasiones se logran obtener datos específicos gracias a las mediciones que realizan los barcos al estar cerca de la zona de desastres, sin embargo la mayoría de las veces desafortunadamente la embarcación resulta dañada y no es posible conseguir datos.
La única manera de realizar una inspección en el sitio de desastre es de forma aérea, en Estados Unidos de Norteamérica existen equipos caza-huracanes equipados con aviones C-130 Hércules y el Orión WP-3D, que cuentan con cuatro motores turbopropulsores capaces de meterse en el centro del huracán sin sufrir daño, los aviones miden de forma remota y directa obteniendo datos de presión, temperatura, humedad y altura de los vientos.
Las estaciones meteorológicas más avanzadas analizan los huracanes desde la superficie con radares Doppler que entregan a la estación datos de ubicación e intensidad, y desde el espacio con satélites meteorológicos que aportan datos de longitud, aún cuando se encuentren lejos de la superficie continental o una isla.