Todos los seres humanos buscan de algún modo la prosperidad, cuando comienzan un trabajo o una nueva etapa de sus vidas su principal objetivo es mejorar las condiciones de vida para ellos mismos o para su familia, este deseo natural es guiado por Dios.
Cuando una persona prospera, no solamente lo debe hacer de forma material, obteniendo una vivienda más bonita o un vehículo más nuevo, también lo debe hacer de modo espiritual, acercándose cada vez más a Dios porque Dios le dio las herramientas para lograr la prosperidad, predicando con el resto de sus hermanos sus enseñanzas y acompañando a los líderes de la iglesia en oración. En diferentes versículos de la Biblia se habla de la prosperidad, algunos de ellos son:
(Deuteronomio capítulo 8, versículo 18) “…Pero acuérdate de Jehová tu Dios, porque es el que te diere el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como es el día de hoy…”
(Malaquías capítulo 3, versículo 10) “…Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que no deberá no haber espacio suficiente para recibirlo…”
(Filipenses capítulo 4, versículo 19) “…Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús…”
(Eclesiastés capítulo 7, versículo 14) “…En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él…”