Seres monstruosos de piedra que vigilan desde las alturas. Auténticamente escalofriantes… Si alguna vez has pensado en disfrazarte de gárgola, puede que te haya tirado para atrás la aparente complejidad del atuendo. Nada más lejos de la realidad. Con materiales sencillos y económicos podemos dar un auténtico golpe de efecto en cualquier fiesta o celebración.
La base de nuestro traje serán un pantalón y una sudadera de color gris para simular la piedra. El resto del disfraz se realiza con espuma de poliestireno, cartón, dos envases en tetrabrik, guantes de goma, rollos de cartón del papel higiénico, rotulador, tijeras, pegamento y pintura acrílica de color blanco y negro.
La máscara, que es el elemento principal, se realiza a partir de dos cuadrados de espuma de dimensiones adecuadas a la de la persona que va a utilizar el disfraz. Uniremos las dos piezas grapando la parte superior y los laterales, de forma que podamos introducir la cabeza. Si hacemos el borde inferior con un aspecto dentado se adaptará con mayor facilidad a nuestro cuerpo. Recortaremos los agujeros para los ojos y la boca, donde pegaremos un pico de espuma y otros detalles como las cejas. También añadiremos cuernos y orejas del mismo material. El acabado de la máscara incluye pintarla con acrílico de color gris.
Las garras se realizan uniendo los dedos del guante para pasar de cinco a tres. La forma de hacerlo es uniendo anular y meñique y corazón e índice con los rollos de papel higiénico. Le damos volumen con papel higiénico y lo atamos con cinta. También lo pintamos una vez acabados.
Las patas se realizan con garras recortadas en la espuma de poliestireno que recubren los envases de tetrabrik vacíos. Recortaremos la parte superior y trasera para poder introducir los zapatos y los aseguraremos con cinta adhesiva gris. Nuevamente, lo pintamos todo de gris.
Las alas se recortan en cartón utilizando el mismo patrón y las uniremos a unas gomas que dispondremos a modo de mochila. De nuevo, usaremos el acrílico gris para rematar el elemento.