Los si y los no de la alimentación

  • No tome agua antes de las comidas. Cuando usted va a comer su organismo empieza a preparar el jugo gástrico. Si usted diluye ese jugo o lo lava con un gran vaso de agua, su organismo se verá forza­do a crear inmediatamente más enzimas, lo cual constituye un gasto innecesario de energía que debe tomar de otras par­tes del cuerpo. Lo mismo ocurre cuando ingiere comidas pesadas que requieren un gran trabajo del sistema digestivo.- sus reservas energéticas sufren. Tampoco to­me agua inmediatamente después de terminar de comer. Espere al menos me­dia hora,
  • No hierva las legumbres. Procure consumir siempre sus legumbres y vege­tales verdes crudos, bien lavados o coci­nados al vapor durante tres o cuatro mi­nutos (guisantes, zanahorias, bróculi, coliflor, etc). El vegetal verde hervido pierde sus propiedades. Siempre que pueda, consuma sus legumbres frescas, no congeladas o de lata. • Consuma siempre una ensalada verde con alimentos ricos en proteínas y car­bohidratos. Es indispensable para lograr restablecer el equilibrio en la digestión.
  • Comience el día con un desayuno con fruta. Procure eliminar el café acabado de levantarse, cuando su estómago está vacio y es muy receptivo. Rompa su ayu­no con un buen jugo de frutas naturales acabado de hacer (después que pasa me­dia hora los jugos empiezan a perder su valor nutritivo), o con un licuado (pase por la licuadora dos o tres frutas compati­bles con un poco de agua, sin leche).
  • Mu­chas personas creen que para obtener más energía, deben comer más y  lleñarse de sustancias “fuertes’ que “alimen­tan”. Sin embargo, cuando consumimos ese tipo de alimentos, ¡el organismo tie­ne que drenar energía de sus reservas para poder digerirlos! Algo muy diferente ocurre cuando ingerimos alimentos sa­nos y de fácil digestión. Además de ayu­dar a las células para que funcionen bien, no estorbando su trabajo con una carga pesada, ahorramos energías que nos pueden servir para combatir enfer­medades y mantenernos ágiles y despier­tos todo el día.
  • No coma demasiado. Recuerde que comiendo menos, se vive más. Mastique bien sus alimentos. Evite la glotonería. Un paso importantísimo en la vida para aprender a controlar sus emociones y tener auto-disciplina es saber controlar el paladar. No coma por comer.
  • Aprenda a escuchar siempre a su organismo. Los niños pequeños y los ani­males, cuando están enfermos o se sien­ten indispuestos, no quieren comer. No hay nada mejor contra una enfermedad repentina que el ayuno. Una dolencia es como un huésped indeseable. Si no le damos comida, se va de la casa. Cuando se comienza a sufrir algún proceso cata­rral, gripal o diarreico, es una señal ine­quívoca de que el organismo está dando un grito de alarma porque “ya no puede más”. No recargue el trabajo de su siste­ma inmunológico atiborrándolo de “cal­dos de sustancia con grasas” o comidas “para levantar las defensas”. Tome agua solamente y si acaso jugos de frutas. Es todo (se exceptúan los casos en que por enfermedades o dolencias específicas un médico ha indicado cierto régimen ali­menticio). El organismo es una máquina perfecta y está preparado para resolver sus problemas “si solamente le damos una oportunidad”. Si se siente mal no coma… ¡nadie se ha muerto por dejar de comer varios días, pero sí por comer cuando no debían hacerlo. Existe un tra­tamiento médico natural que se basa en ayunos de varios días en los que no se come absolutamente nada (solamente se toma agua destilada). Las personas que pasan el tratamiento se desintoxican to­talmente y recuperan las fuerzas y ener­gías perdidas por un régimen de vida erróneo. Esto le demuestra que se puede estar perfectamente varios días sin co­mer sin peligro alguno (a no ser que esté contraindicado por razones médicas).
  • No coma las frutas ligadas con otros alimentos. Las frutas no son golosinas. Son alimentos maravillosos y muy fuer­tes. Nunca las mezcle con otros alimen­tos. Guíese por la tabla de compatibilida­des al preparar sus cocteles de frutas. Coma muchas frutas frescas al día. Cada vez que tenga hambre. Su organismo se lo agradecerá con creces. Lleve manza­nas, peras, uvas, duraznos etc., a su trabajo y meriende esas frutas deliciosas en lugar de introducir en su cuerpo sus­tancias antinaturales y sintéticas. Tenga siempre en su casa una buena provisión de frutas y acostumbre a su familia a comerlas. Lamentablemente, hay quie­nes se quejan que las frutas o los alimen­tos naturales y sanos son caros… sin em­bargo, esas mismas personas no reparan en gastar su dinero en cigarrillos o en una ropa lujosa. No queremos decir a nadie cómo debe administrar su dinero, pero si es conveniente reflexionar un poco y no jugar con la salud. Esta solamente se valora cuando no se tiene. Entonces sur­gen las lamentaciones.
  • Consuma siempre una ensalada ver­de con sus alimentos de proteínas y car­bohidratos. Es indispensable para lograr un equilibrio en la digestión.
  • No tome mucha leche ni productos lácteos. Sea moderado. Los productos lácteos crean mucho mucus. Puede con­sumirlos, pero con moderación. Todos los excesos son malos. Reduzca también la cantidad de café que toma.
  • Trate de seguir un régimen de vida en que predominen las frutas y los vege­tales frescos. Obtenga sus proteínas de granos naturales, huevos y pescado. Evi­te los mariscos y simplifique sus comi­das. Lo mejor sería un régimen estricta­mente vegetariano a base de frutas, le­gumbres y granos, como hacían nuestros antepasados y el cual constituye la base de los animales más fuertes del reino animal (ballenas, elefantes, búfalos, bueyes, rinocerontes, etc.). Sin embar­go, si sus hábitos de vida y costumbres le imponen un régimen omnívoro, sea muy cuidadoso y no ingiera nada que después disminuya sus reservas energéticas, su salud y sus probabilidades de una vida larga y feliz.
  • Una vida con ejercicios al aire libre, alguna caminata diaria, sol y sobre todo una actitud mental positiva donde se eviten albergar sentimientos negativos (odios, celos, discordias, peleas, envi­dias y todos esos venenos mentales que solamente hacen daño a quienes los co­bijan), y una buena alimentación son los puntos esenciales que garantizan una salud física y mental perfecta. Como todo cambio, se requiere un esfuerzo de su voluntad. No se dé por vencido. Propón­gase una meta diaria y vaya cumplién­dola. Una vez que se haya convertido en un buen hábito comer frutas frescas en lugar de líquidos coloreados, y alimentar­se adecuadamente en lugar de introducir toxinas en el organismo, los resultados serán tan evidentes que ya nunca se que­rrá volver al viejo sistema de vida.
  • Los alimentos ricos en proteínas y los feculentos no deben combinarse. Si se efectúa la combinación, neutralice sus efectos negativos ingiriendo una buena cantidad de legumbres verdes, frescas y preferiblemente crudas.
  • Como hábito, consuma ensaladas ver­des en las comidas.
  • Las grasas inhiben la digestión de las proteínas y de los almidones. Coma sólo un mínimo de alimentos fritos. Si los va a comer, acompáñelos con verduras y fru­tas frescas.
  • No ingiera líquidos inmediatamente antes o después de las comidas para evitar diluir el jugo gástrico.
  • Habitúese a comer sanamente y ade­más de vivir sano y sin enfermedades, se sentirá mejor y lleno de energía las 24 horas del día, ahorrará dinero en consul­tas de médico, medicinas y productos intoxicantes y dispondrá del mejor tesoro que nos da la vida: la salud.

Sobre el artículo

Categorias: Salud
Ultima modificación: 06/22/2012