Antes de definir si se puede considerar conveniente el consumo de las mismas queremos comentar que las proteínas son “cadenas” compuestas de aminoácidos, forman parte de la estructura básica de los tejidos humanos (músculos, tendones, piel, uñas).
Definen la identidad de cada ser vivo, ya que son la base del ADN y de los sistemas de reconocimiento de organismos extraños en nuestro sistema inmunitario.
Desempeñan funciones metabólicas y reguladoras (asimilación de nutrientes, transporte de oxígeno y grasas en la sangre, inactivación de materiales tóxicos).
A fin de desarrollar la consigna respecto a si es bueno ingerir proteínas, podemos afirmar que realmente su consumo depende la cantidad de la misma que encontremos en el cuerpo del individuo en relación a la actividad que realicemos. Si consumimos cantidades insuficientes de proteína se altera la actividad del sistema nervioso central, de las glándulas de secreción interna y otros órganos. Se reduce la capacidad de defensa del organismo, trabajo intelectual y físico. En los niños y adolescentes se retardan el crecimiento y desarrollo.
No es conveniente el consumo excesivo de proteínas, esto es muy común en fisicoculturistas, que consumen cantidades excesivas redundando en un exceso de energía y aumentando el porcentaje de grasa más que de masa muscular, este exceso puede provocar un incremento en ácido úrico y sobrecargar la función del hígado y riñones.
Dejando bien claro que lo mejor es que el consumo o no de proteína sea supervisado por un nutricionista según las características y necesidades de cada persona.