Si hablamos de la reproducción de los delfines hemos de tener en cuenta que éstos no son peces sino mamíferos. Por ello como en cualquier otra especie de mamíferos los delfines presentan sexos separados siendo su reproducción de tipo vivípara.
Así pues el desarrollo del embrión va acompañado de la formación de una serie de anexos embrionarios, como son el corion, amnios, alantoides y el saco vitelino. Las vellosidades del corion, junto con el alantoides, se unen a la pared del útero y dan lugar a la placenta. Ésta permanece unida al embrión por el cordón umbilical, y es a través de él por donde pasan las sustancias procedentes del cuerpo de la madre al del feto.
En el delfín la reproducción se inicia con un ritual de cortejo del macho con el fin de conquistar a la hembra. Las técnicas de cortejo dependen de capa especie de delfín. Si el cortejo tiene éxito comenzará la fase de copulación entre los dos miembros. Estas cópulas son llevadas a cabo en ciertas épocas del año dependiendo del hábitat o la especie.
Tras la etapa de copulación la hembra entra en etapa de gestación. Esta etapa se caracteriza por el largo tiempo de desarrollo de la cría lo que lleva alrededor de 12 meses.
Durante el parto no es raro que otras hembras ayuden a la futura madre en el nacimiento del nuevo miembro de la manada de forma que, en cuento asoma el joven delfín, las hembras lo ayudan a subir a la superficie para que pueda obtener su primera inyección de aire. A continuación el joven delfín descenderá para buscar a su madre y obtener su primera comida. La leche de los delfines es altamente rica en grasas y proteínas lo que provoca el crecimiento más rápido de las crías.