Cuando hablamos de la reproducción de los peces podemos hablar de tres categorías generales en cuanto a los peces y su forma de reproducirse: los vivíparos, los ovovivíparos y los ovíparos.
Los vivíparos son aquellos que “paren” a su cría ya como crías completamente formadas. El requerimiento del proceso de fertilización interna es una característica de especialización. Entre todos los peces que actualmente existen hay unas 40 familias que poseen esta estrategia vivípara de reproducción, como ocurre por ejemplo con los tiburones o las rayas. Los machos de estos grupos poseen una modificación de sus aletas ventrales en forma de órgano copulador. En los osteictios o peces óseos encontramos la viviparidad en 13 familias, con aproximadamente 510 especies representadas.
Los ovovivíparos, requiriendo también fertilización interna, son aquellos donde los huevos son retenidos por la madre hasta la eclosión, por lo que la nutrición del embrión no depende de la madre sino del vitelo del huevo. Esta estrategia reproductiva no es muy común en los peces marinos. Se dice que representantes de la familia Scorpaenidae o rascacios poseen este tipo de reproducción. La familia Poecilidae tiene representantes tanto de aguas dulces, salobres así como en aguas marinas. En este grupo encontramos que en los machos es la aleta anal “gonopodio” la que se modifica para introducir los espermatozoides en la cavidad ovárica de la hembra.
La gran mayoría de los peces marinos son ovíparos. En éstos, los huevos son expulsados al medio y la fertilización es externa. Entre los desovadores demersales encontramos algunas especies que ofrecen cuidados o protección a sus huevos hasta su eclosión. Ejemplos de este tipo de conducta son el tamboril y los peje puercos (Balistidae). Otras extienden su cuido por más tiempo y sus larvas eclosionan con tamaños mayores y con su morfología bien desarrollada.