La llama es un mamífero originario de América del Sur el cual abunda en el altiplano de los Andes de Argentina, Bolivia, Ecuador, Perú y Chile. La llama fue creada por la selección de guanacos salvajes a los que domesticaron. A diferencia de la llama, los guanacos también habitan en selvas. La llama tiene hábitos diurnos y suele juntarse en grupos, al igual que las vacas. Estos grupos están integrados por un líder.
Las llamas están acostumbradas a medios de altitud fríos y sin humedad por lo que es prácticamente imposible que vivan fuera de su hábitat original. Muchos han sido los intentos de introducirlas en diferentes países y todos ellos han fracasado por la humedad y por las enfermedades. Caso especial es el de los zoológicos donde son atendidas diariamente. No obstante, la población de llamas empieza a aumentar considerablemente en Estados Unidos donde se cría como mascota y por su lana.
Este animal fue utilizado por el imperio inca ya que de él extraían carne, lana; era usado como animal de carga y además se empleaba en sacrificios. Con la llegada de los españoles a América, la llama pasó a ocupar un papel muy importante hasta tal punto que reemplazaron a caballos, bueyes, cabras y ovejas. Como recogen algunos documentos de la época la llama era una bendición pues reunía en el mismo animal los beneficios de los burros y de las ovejas además de requerir muy pocos cuidados. Su alimentación se basa principalmente de hojas, arbustos y pastos por lo que no era de extrañar las loanzas de dichos comentarios.