La ciprofloxacina es un fármaco que pertenece a la familia de las quinolonas, un tipo de antibiótico ampliamente utilizado en el tratamiento de diversos padecimientos y muy estudiado, con el fin de aumentar sus efectos positivos y disminuir los secundarios.
Estos últimos no suelen ser muy frecuente en esta clase de medicamentos, pues en la mayoría de los casos, son correctamente asumidas por el organismo. Por este motivo, no es habitual que existan reacciones alérgicas a ninguno de los componentes del grupo de las quinolonas, o de haberlas, estas constituyen afectaciones de menor grado que desaparecen con la suspensión del medicamento.
Sin embargo, la alergia a la cipro, como también se le conoce, así como a otros compañeros de grupo, remite a un cuadro clínico caracterizado por las diarreas y dolores abdominales, en el caso de las afectaciones gastrointestinales, cefalea, mareo e insomnio, si se trata de daños al sistema neurológico, hipersensibilidad y prurito, si los síntomas remiten a reacciones cutáneas, o quizás aumento o disminución de la presión arterial, para aquellas personas en las que el proceso alérgico se gesta en la región cardiovascular.
En todos los casos donde se sospeche acerca de la alergia a la ciprofloxacina, es importante suspender el tratamiento y consultar al personal especializado para hacer las comprobaciones necesaria, sobre si es cierto o no que el cuerpo reacciona negativamente ante esta fluoroquinolona. Es posible que realmente sea alérgico a esta sustancia, o que sencillamente de manera circunstancial desarrolló algún tipo de respuesta negativa que no tiene mayores implicaciones.