El sistema muscular humano está formado por músculos, más de seiscientos, y tendones. Permite que el esqueleto se mueva manteniéndolo estable. Los músculos pueden clasificarse en distintos tipos siguiendo criterios diferentes.
Según su estructura, por ejemplo, los músculos se dividen en: lisos, cardíacos y estriados. Según su forma, se distinguen tres tipos de músculos: planos, largos y cortos. Según el tipo de movimiento que realizan, los músculos se distinguen en: flexores y extensores, abductores y aductores, rotadores, elevadores y depresores, esfínteres y dilatadores. Por último, según su función, los músculos se clasifican en: agonistas, antagonistas y sinergistas.
En un movimiento del cuerpo cualquiera, hay músculos que lo estarán produciendo, llamados músculos agonistas; músculos que estarán realizando el movimiento contrario al de los músculos agonistas, llamados músculos antagonistas; y, por último, están los músculos sinergistas, que trabajan con otros.
Los músculos oblicuos mayores son el ejemplo típico de músculos sinergistas. Cuando actúan por separado, como músculos agonistas, se ocupan de la flexión lateral hacia el lado del oblicuo correspondiente y de la rotación al lado contrario. Cuando actúan juntos, las distintas tensiones se neutralizan produciendo otro movimiento, la flexión del tronco hacia delante.
Los músculos sinergistas facilitan y cooperan para hacer eficiente la acción de los músculos agonistas, sin realizar la función de éstos. Son músculos neutralizadores que impiden los movimientos no deseados que podrían producirse cuando actúan los músculos agonistas. Su papel es especialmente importante en los lugares en los que se cruzan dos articulaciones, para mantener la estabilidad de las mismas.