El neurofibrosarcoma forma parte de los tumores malignos, originarios de la vaina nerviosa periférica. En esta misma categoría es posible encontrar otras enfermedades igualmente graves como el fibrosarcoma perineural y el schwannoma maligno.
El sistema nervioso periférico está más expuesto al daño por sustancias perjudiciales para las venas y neuronas que lo componen, o a daños mecánicos. Esto sucede, en parte, debido a la desprotección a la que está expuesto a diferencia del sistema nervioso central, que cuenta con estructuras ósea para su salvaguarda.
Por supuesto, la zona periférica del sistema nervioso también es propensa a la aparición de tumoraciones, tanto de tipo benignas como malignas, entre las que se encuentran las mencionadas antes.
Específicamente el neurofibrosarcoma es intenso y muy agresivo en la zona donde se desarrolle. Entre los mayores peligros que enfrenta su tratamiento está la tendencia a la metástasis que potencialmente alto en este tipo de tumoración. Las partes del cuerpo que ataca con mayor regularidad son las extremidades –brazos y piernas–, el área posterior de la cavidad abdominal, más conocida como retroperitoneo.
Los síntomas que más reportan quienes conviven o transitaron por este padecimiento son el dolor en las zonas afectadas y la cojera, cuando está alojado en las extremidades inferiores. No obstante, algunos refieren una total ausencia de síntomas, lo que puede complicar mucho más el desenlace positivo de la enfermedad.
La presencia de neurofibrosarcoma es mucho más frecuente en las primeras etapas de la vida, por lo que los niños deben ser atendidos de inmediato ante cualquier trastorno del sistema nervioso periférico. La cirugía es el tratamiento habitual de la afectación que, desgraciadamente, puede ser mortal en muchos casos.