Un aborto involuntario sucede con mayor frecuencia en el primer trimestre, aproximadamente la semana veinte de embarazo. Muchas mujeres no alcanzan a darse cuenta que estaban embarazadas; pero aquellas que sí lo notan y llegan a realizarse una ecografía para ver que todo está bien y oír los latidos del corazón de su bebé, muchas veces sufren de un aborto espontáneo horas o días después.
Aquellas mujeres que hayan tenido sangrado vaginal anteriormente y oigan un latido normal en su bebé durante la ecografía, tienen mayor riesgo de abortar; aquellas que escuchan un ritmo cardíaco anormal durante la ecografía, aumentan la probabilidad de abortar de manera involuntaria. Sin embargo, las que no hayan sangrado anteriormente y logran oír latidos cardíacos normales, tienen muy poca probabilidad de abortar de manera espontánea. Las estadísticas indican que sólo el uno por ciento de mujeres que hayan oído latidos normales, tienen abortos involuntarios y un quince a veinte por ciento de todos los embarazos experimentan un aborto habiendo o no oído los latidos.
El hecho de realizarse una ecografía vaginal no provoca un aborto, en caso de tener menos de treinta años y no presentar ningún tipo de enfermedad. Este no es el caso de aquellas mujeres que presentan ciertos factores de riesgo, como por ejemplo, las que tienen más de treinta y cinco años presentan una probabilidad de abortar de un dieciséis por ciento, luego de oír los latidos del corazón; las mujeres mayores de cuarenta años aumentan la probabilidad a un veinte por ciento; abortos anteriores, la aumentan a un diecisiete por ciento y enfermedades preexistentes o abuso de sustancias también podrían ser un peligro de aborto.