Los termostatos han existido desde el año 1850 y pueden ser utilizados para controlar la temperatura de cualquier cosa; pueden encontrarse termostatos en unidades de calefacción o enfriamiento y hasta en motores de carro. Hay cientos de diseños, cada uno adaptado a la manera en el que será usado. En el hogar, un termostato puede ser útil para controlar los costos de energía y para preservar los recursos naturales de una forma que beneficie al ambiente.
Un termostato puede ser programado a la temperatura deseada o a la temperatura que proporcione seguridad y funciones óptimas para la unidad de enfriamiento o calentamiento. En un hogar, un termostato controla la temperatura de las habitaciones, activándose cuando el aire alcanza cierto punto de temperatura. En las máquinas, como los carros, el termostato se utiliza para controlar la temperatura del motor y prevenir el sobrecalentamiento. Puede activar el ventilador para enfriar el carro cuando sea necesario. Los termostatos se utilizan en una gran diversidad de artículos, máquinas y construcciones.
Los termostatos pueden encontrarse en artículos eléctricos de calentamiento tales como las planchas, las freidoras, los asadores, los hornos tostadores, las ollas, las cafeteras, los calentadores de comida, entre otros artículos de cocina similares. También pueden ser usados en pistolas de silicón, reguladores de temperatura y artículos para el cuidado personal como secadoras de cabello.
Los termostatos de presión están construidos dentro de grandes artículos tales como los refrigeradores, los congeladores, los dispositivos de aire acondicionado, los hornos de gas o los hornos eléctricos y las secadoras de ropa. Este tipo de termostato tiene un tubo que se llena con un líquido o un gas y cambia su volumen a una velocidad específica en respuesta a los cambios de temperatura. El tubo se conecta a un termostato que se mueve conforme la sustancia se expande o se contraen, abriendo o cerrando los contactos eléctricos y activando su funcionamiento.