Por medio del gofrado, se ornamentan y transforman las superficies lisas de cuero con motivos en hueco en relieve, utilizando punzones que en u extremos tienen grabados dibujos en relieve y en hueco y, presionándolos sobre el cuero, dejan una huella opuesta al grabado del punzón, es decir, en hueco, si el grabado es en relieve y en relieve, si el grabado es en hueco, pero en ningún caso sobrepasa la superficie de la piel.
A los punzones, también, se les denomina maleadores y los hay con una gran variedad de dibujos y motivos.
Para cubrir una superficie en su totalidad, es mejor utilizar los que producen unos graneados diminutos, pues no exigen una distribución regular y pueden superponerse.
Hay maleadores que imprimiéndolos en yuxtaposiciones contrarias tanto en sentido vertical como en horizontal, dan unos resultados muy atractivos. En cualquier caso, se pueden combinar al gusto; degradados, desordenados, distanciados, alternados…
Para realizar el gofrado, se coloca la piel sobre una superficie dura, con la ayuda del martillo colocamos el maleador perpendicular a la piel y al golpearlo queda impreso. Si la presión la hacemos con la mano, la textura resultante quedará menos marcada.
Si el gofrado se realiza en fondos de cuero, previamente repujados, hay que
comenzar bordeando los relieves e ir avanzando hacia los extremos de la piel, siempre de dentro a fuera.
El gofrado puede ser empleado como único tema de decoración, como es el caso de las encuadernaciones. Los fondos texturados pueden . ser coloreados, bien directamente con las pinturas o tintes utilizados normalmente en cuero, o bien, dando una capo de laca zapón y cuando esté seca, se pasa gouache o tempera del color deseado, se deja secar y luego, se frota con un trapo toda la superficie, dejando únicamente la pintura depositada en los huecos.
Para fijar el color, se da un barniz de acuarela o laca zapón. También es posible envejecerlo con betún de Jadea.