Qué son y cómo funcionan los depósitos a plazo fijo

Cuando buscamos opciones para rentabilizar nuestros ahorros, uno de los términos que más frecuentemente nos asaltará será el concepto de depósito a plazo fijo. Se trata de productos bancarios que se caracterizan por su atractivo en cualquier contexto económico: en caso de que atravesemos momentos de expansión y bonanza económica, ofrecen una alta rentabilidad debido a que los tipos de interés son elevados; en tiempos de crisis económica, debido a su seguridad se convierten en un producto conservador y sin riesgos para el ahorro, pues en caso de quiebra de la entidad, el Estado español asegura los depósitos de hasta 100000 euros, de modo que no perderemos más que los hipotéticos beneficios si el banco desapareciese y hubiéramos invertido una cantidad similar a la que nos garantiza el estado.

El principio de funcionamiento de estos depósitos es bastante sencillo: a cambio de que mantengamos inmovilizada una cantidad de dinero, el banco nos garantizará una rentabilidad fija mayor que la que se establece para las cuentas corrientes. Con estos productos, evitamos la inestabilidad de otras inversiones menos seguras, como las acciones de bolsa o las opciones binarias.

Para evitar sorpresas, debemos fijarnos muy bien en las condiciones del producto antes de contratarlo, pues el tipo de rentabilidad no es lo único que debe centrar nuestra atención. Otras cláusulas importantes son las que gravan penalizaciones sobre el total en caso de que debamos retirar todo o parte del dinero antes de que venza el plazo, o la prórroga de imposición, una cláusula mediante la que se renueva de forma automática el plazo fijo tras su vencimiento si no indica lo contrario el titular. Así que, cuidado con lo que firmamos.

Además, sobre los primeros 6000 euros correspondientes a los beneficios del plazo fijo hay que abonar una tasa impositiva del 19% y del 21% a partir de esa cantidad.

 

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Ultima modificación: 01/14/2013