Una empresa es cualquier actividad organizada en la que a partir de una inversión inicial se obtenga cierto margen de ganancia mediante la realización de la mercancía producida. Esta puede ser un artículo material determinado, sea elaborado directamente o comprado como mercancía mayorista para su venta al detalle, o también un servicio.
Pero no basta con tener claro el objeto social de la futura empresa, también habrá que averiguar las posibilidades de éxito a nuestro favor. Un estudio de mercado más o menos profundo, en función de la inversión a realizar y la mercancía a comercializar, será imprescindible.
Pocas empresas se yerguen sobre capital privado, por lo que la solicitud de un préstamo suele ser muy común. Para ello, el banco o fondo de inversiones le exigirá un estudio de factibilidad económica, con flujo de caja y tasa de retorno incluidos. Sobre esa base, entre otras averiguaciones, le prestarán o no el dinero para la inversión.
Por otro lado, la conformación de un personal mínimo de confianza resulta vital para iniciar las actividades. Hay diversas regulaciones sobre el mínimo de trabajadores a emplear según la categoría empresarial, pero no son extrañas las microempresas de menos de cinco empleados y hasta unipersonales.
Toda vez iniciada la actividad, habrá que tener en consideración que solo mediante un esfuerzo prolongado y paciente se logrará ir abriendo el camino del éxito, el cual ni siquiera así está garantizado. Una buena parte de todos los intentos empresariales terminan irremediablemente en fracaso.