El apóstol Juan, en el capítulo 3, versículos 5 al 8, dice, que aquellos que presten desinteresadamente un servicio a sus hermanos, serán amados por todos, especialmente cuando se ayude a alguien desconocido, ya que estará cumpliendo con la misión de Dios.
El significado general de la palabra hospitalidad, según la fe cristiana, es atender con sincera generosidad y amabilidad a los invitados y a las personas extrañas. Esta es una hermosa promesa, a través de la cual el alma de cada persona se acerca a la salvación y sigue el camino a lado de Cristo.
Según la Biblia, la hospitalidad se puede demostrar con actos simples, por ejemplo: al ofrecer un vaso de agua a una persona sedienta, se hace en nombre de Jesús, y este acto dará bendiciones a la vida de toda la familia, esto es lo que Mateo dice en el capítulo 4, versículo 41, Jesús dijo: “Y cualquiera que de un vaso lleno de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, muy ciertamente os prometo, nunca perderá su recompensa”.
Dios observa los corazones y cada acto cometido por el ser humano, y cuando una persona actúa de manera egoísta, lastima la confianza que Dios les tiene a sus hijos y de nada vale orar por el perdón, ya que el amor que se enseña en la Biblia, es demostrado con actos y oración, no solamente oración.
Es importante definir que este acto debe ser desinteresado, y no esperar que este acto otorgue recompensas inmediatas, ya que la verdadera recompensa, está en el amor de Jesús y Dios padre.