Llega el día de los Muertos y en México la tradición motiva que las calles, comercios y casas se llenen de calaveras creadas con todo tipo de materiales y decoradas de diferentes formas. Debe ser una costumbre muy antigua y arraigada, pues parece que el mismo Moctezuma regaló a Hernán Cortés una calavera decorada con piedras preciosas. Seguramente el guerrero español no la puso en su mesilla de noche debido al choque que se produjo entre ambas culturas.
En la actualidad, la inspiración para realizar estos elementos parte de las vivencias personales y de las fuentes de inspiración de cada uno, por lo que cada una de ellas constituye una pequeña obra de arte expresiva.
El punto de partida es una calavera, por lo que contamos con diferentes opciones a la hora de realizar una decoración. Se revisten de cualquier material, ya sea metal, papel, hilo o pintura. Podemos combinar varias técnicas y adaptarlas a nuestras habilidades. Algunos recursos resultan interesantes por el aspecto de los acabados, como puede ser el hecho de decorar la cuenca de los ojos con cristales, piedras talladas o introducir iluminación.
Lo primero que debemos hacer para trabajar de forma coherente en nuestro proyecto, es escoger un tema. Si somos amantes de una afición, podemos hacer que elementos que pertenecen a nuestras ilusiones estén presentes en la calavera que decoramos. Esto podemos hacerlo pegando recortes sobre la superficie para crear un collage. Si queremos pintar alguna zona o escribir mensajes, somos libres de poder hacerlo. Las calaveras de azúcar reciben un tratamiento distinto, pues son las únicas que pueden decorarse con comida: bañadas en chocolate, con hojas verdes, o elementos comestibles alrededor.