Cómo funciona una bola de discoteca

¿Quién no se ha quedado alguna vez como hipnotizado, entre el sonido de la música y la euforia de la pista de baile, mirando la bola de disco que gira como una luna brillante sobre el mar de manos y luces? Destellos plateados, fragmentos de luz sobre las paredes, girar incesante como un planeta, la han convertido en un elemento casi performático de los centros nocturnos de música house y disco.

   Aunque la mayoría de las personas la asocian con el boom norteamericano de este tipo de música y el Saturday Night Fever, su uso es tan anterior a la fecha, como la década de 1920.  Los escenarios en los que puede encontrarse varían desde una graduación de escolares, hasta el club de baile más popular o la sala de cualquier admirador, de tendencias más bien posmodernas.

   El efecto refractario de los cientos de cristales que componen su superficie esférica, provoca según el contexto, la música y las características del establecimiento un efecto sosegador o de exaltación sobre las personas reunidas en el lugar, y aunque muchos la consideren como un elemento retro, prácticamente inútil, debido al desarrollo y la variedad de los efectos lumínicos, otros agradecen el placer de entrar a una disco y verla girando en el centro del salón.

   Las bolas originales están compuestas por pequeñas placas o espejos recortados casi siempre en forma de cuadrados diminutos para fraccionar hasta lo imposible los haces de luz, y un motor interno que la hace rotar sin cesar. Elementos sencillos que la convierten en un adorno fácil de confeccionar.

   Para fabricar una bola de espejos o brillante casera, lo primero que se necesita es una esfera de poliestireno expandido, como el que recubre los efectos electrodomésticos dentro de las cajas, que se ajusta al tamaño deseado. Luego se recortan en cuadritos o cualquier otra forma que prefiera el diseñador, algunos CDs viejos que ya no sirvan para reproducir, los cuales finalmente se adhieren con engrudo u otros pegamentos a la superficie de la esfera.

   Como resultado se obtiene un peculiar objeto decorativo, que convierte la casa o el carro en una especie de mini-disco, en la que basta apagar la luz y encender una linterna para que cientos de puntitos resplandecientes comiencen a danzar en una fiesta privada de luz.

Sobre el artículo

Categorias: Fiestas
Ultima modificación: 05/08/2013