Si tenemos un perro y queremos que ladre a nuestra orden o que ejerza de perro guardián habrá que fijarle unas pautas para que sepa cuándo debe ladrar y cuándo no. Veamos algunas técnicas para entrenarlo.
Respecto a los perros hay dos normas básicas de conducta: hay que evitar que ataque a cualquier extraño y que ladre a todo lo que le llame la atención, porque esta conducta puede ser molesta para ti o tus vecinos, que podrían demandarte. Por todo esto debemos enseñarle a nuestro perro a ladrar cuando sea realmente necesario.
Lo ideal es que este aprendizaje comience el primer día en que llegue el perro a casa. Una norma básica es recompensar al perro cuando ladre en situaciones propicias, ya sea en momentos peligrosos o alguien tratando de penetrar en nuestro domicilio. La recompensa pueden ser unas palabras amables y unas caricias o unas galletas o alguna golosina.
Por otro lado si el perro ha ladrado a algo que no merece atención hay que mostrarse firme y darle una severa negativa, acompañado de un tono enérgico y quizás un ligero golpecito en el hocico, sin que le incomode pero note que ha hecho mal. De esta forma, el perro irá entendiendo en qué situaciones tendrá que ladrar y en cuáles no.
Las razas caninas que más fácilmente aprenden esta tarea son el Pastor Alemán, los Doberman Pincher, el Rottweiler, Terrier Escocés, West Highland White Terrier y los Schnauzer Miniatura. Así que si tienes alguna mascota de estas razas la tarea debería ser más simple, pero esto no quiere decir que otras razas no puedan aprenderlo. Es cuestión de tener mucha paciencia y empeño, y verás que con el tiempo tu perro aprenderá a ladrar sólo cuando tú lo creas necesario.