Entendemos por volcán aquella estructura geológica por la que emerge roca fundida o magma en forma de lava, pudiendo estar acompañada de ceniza volcánica y diversos gases. El ascenso ocurre generalmente en episodios de actividad violenta denominados erupciones, los que pueden variar en intensidad, duración y frecuencia, desde suaves corrientes de lava hasta explosiones extremadamente destructivas.
Los volcanes se forman cuando el material caliente del interior de la Tierra asciende y se derrama sobre la corteza. Este material caliente, denominado magma, puede provenir de dos fuentes; del material derretido de la corteza en subducción, el cual es liviano y efervescente una vez ha sido derretido o, de estratos mucho más profundos en el interior de un planeta, con lo que nos encontramos con un material muy liviano y efervescente debido a que su altísima temperatura. Los volcanes existen tanto en la Tierra como en otros planetas y satélites, algunos de los cuales están formados de materiales que consideramos fríos; hablaríamos entonces de criovolcanes.
Al nacer un volcán su forma dependerá del tipo erupción, ya que las hay de varias clases. Tenemos por el ejemplo el tipo hawaiano o efusivo, en el que las lavas son bastante fluidas, sin que tengan lugar desprendimientos gaseosos explosivos.
Existe también el tipo estromboliano o mixto, que debe su nombre al volcán Stromboli.
En la erupción de tipo vulcaniano se desprenden grandes cantidades de gases de un magma poco fluido, que se consolida con rapidez; por ello las explosiones son muy fuertes y pulverizan la lava, expulsando mucha ceniza y otros materiales fragmentarios.
Los volcanes de tipo freato-magmático se encuentran en aguas someras, o presentan un lago en el interior del cráter, o en ocasiones forman atolones.
En el tipo peleano la lava es extremadamente viscosa y se consolida con gran rapidez.
Existen también erupciones submarinas y erupciones fisurales.