El sonido se trasmite mediante ondas vibratorias, dependiendo del número de vibraciones que la onda realice en un segundo, se determina la frecuencia, a partir de estas frecuencias se distinguen sonidos graves y agudos. Dichas frecuencias son medidas en Hertz (Hz – el número de vibraciones de onda por segundo). El oído humano es capaz de detectar sonidos desde 20 hasta 20,000 Hz, y a este rango se le llama margen de audiofrecuencia el cual determina el espectro audible.
La música clásica ha clasificado los sonidos graves como de baja frecuencia. lo curioso de estos sonidos es que no se ha establecido un margen de audiofrecuencia determinado para ellos, así que no es posible nombrar una nota grave de cierto numero de vibraciones, pero sí se le puede dar magnitudes más o menos graves, aunque no se le puede clasificar en un rango grave a ese sonido en sí.
El término agudo en la dimensión melódica se le asigna a cualquier sonido que se encuentre en la zona de alta frecuencia, estos sonidos son los que se encuentran por encima de los 5 Khz. y son la contraposición del concepto del sonido grave. Para el sonido agudo se ha establecido una medida de frecuencia pero no ha sido posible determinar el punto medio y el momento en la que hace frontera con los sonidos graves.
Ejemplos de sonidos graves son el sonido de un tambor, el ladrido de un perro grande, el rugido de un león o el mugido de una vaca.
Ejemplo de sonidos agudos son el canto de un pájaro o el grito de una mujer.