Muchas veces al ver un árbol majestuoso solemos pensar que puede tener un centenar de años o que se trate de un árbol milenario o que así lo cuente la gente sin ninguna base fundamentada salvo por el aspecto exterior que presenta dicho árbol.
Pero saber la edad exacta de un árbol es posible desde el año 1914 gracias al estadounidense Andrew Ellicott Douglass al desarrollar las técnicas del estudio dendrocronológico.
Douglass descubrió que existía una correlación entre los anillos de los árboles y la actividad solar por lo que comprobó que analizando el patrón de crecimiento del tronco de los árboles se podía determinar la fecha de estos.
El descubrimiento de Douglas ha servido para tomarlo como referencia en diferentes actividades dispares como son el estudio de incendios, la actividad de catástrofes naturales (huracanes, actividad volcánica…), glaciaciones, precipitaciones, o desprendimientos de tierra. Toda la información recogida por medio de estos datos sirve para hacer en la medida de lo posible una predicción de los acontecimientos futuros.
Sin embargo no debemos olvidar que algunas clases de árboles tienen una longevidad superior al de otras especies por lo que datar que un árbol tiene 700 años cuando esa especie puede alcanzar los 4000 años de edad como puede ser el caso de las secuoyas no tiene tanta importancia como la tendría otra especie que no es tan longeva como los chopos que no superan los 600 años de edad.
Así la próxima vez que veas un árbol no te dejes engañar por su tamaño y guíate por el grosor de su tronco para tratar de averiguar su edad.