La amigdalitis aguda es una infección de las amígdalas causada, normalmente, por un virus. Las bacterias también pueden provocar una amigdalitis, especialmente los estreptococos.
Los síntomas característicos de una amigdalitis aguda son dolor de garganta y dolor al tragar, inflamación de los ganglios linfáticos en la garganta, fiebre y una pronunciada sensación de malestar general. Hay que diferenciar la amigdalitis aguda, casi siempre purulenta, de la amigdalitis crónica que normalmente apenas supone molestias. Ante sospecha de amigdalitis lo más recomendable es acudir al médico. El dolor de garganta y el dolor al tragar son los síntomas típicos de la amigdalitis, lo que conocemos como anginas.
Las amígdalas se hallan en el paso entre la cavidad bucal y la faringe, entre el arco palatino anterior y el posterior. Junto con otros órganos y tejidos son responsables de desarrollar el sistema inmunitario en los primeros años de vida.
Una amigdalitis puede tener varias causas. En caso de una amigdalitis aguda las causas se deben generalmente a infecciones provocadas por virus y por determinadas cepas de bacterias. Un estado general debilitado o un sistema inmunitario debilitado favorecen la aparición de una amigdalitis.
Una amigdalitis aguda que se reproduce con frecuencia puede derivar en una amigdalitis crónica. Las causas de una amigdalitis crónica se hallan en una infección constante del tejido amigdalino. Los productos bacterianos y las células muertas se acumulan en el tejido amigdalino, provocando así una inflamación permanente de las amígdalas. Esto provoca que el tejido cicatrice, con lo que la amigdalitis sigue avanzando.
El tratamiento de la amigdalitis consiste en la prescripción de medicamentos analgésicos y antipiréticos. Como remedio casero para bajar la fiebre se pueden aplicar compresas mojadas contra el cuerpo. Este sencillo gesto puede ayudar a regular la temperatura corporal.