Existe cierto desconocimiento sobre este tema al que se suma el pudor de no preguntar por creer erróneamente que las infecciones vaginales se contraen solamente por contacto sexual o por falta de higiene, lo cual no es así.
El pH, abreviatura de potencial de hidrógeno, es un valor que mide la concentración de iones hidrógeno y representa la acidez o alcalinidad de una solución, en la que un valor de 7 es neutro, por debajo de 7 es ácido y por encima de 7 es alcalino.
En condiciones normales, el pH vaginal es ácido, entre 3,8 – 4,2. Esta acidez crea un entorno hostil para el desarrollo de bacterias, de hongos, de parásitos y de virus.
El pH vaginal puede aumentar y alcalinizarse en diversas circunstancias, muchas de ellas muy naturales y habituales, como las relaciones sexuales, la ovulación y la menstruación, otros factores como el uso de anticonceptivos orales, anticonceptivos de barrera, tampones, o por condiciones de salud que afectan indirectamente como diabetes e inmunodepresión.
También en los días previos a la menstruación y durante ésta, el pH vaginal aumenta debido a la variación de los niveles de progesterona, lo que también ocurre durante la ovulación.
El flujo vaginal tiene distintas características según el patógeno que lo provoca, por lo que es de gran utilidad conocer las diferencias y determinar la etiología de la afección, para tratarla adecuadamente. El uso de cualquier jabón para la higiene íntima no está recomendado, pero si se va a usar uno, que sea del pH adecuado y que no tenga desodorante, ni colorante, ni perfume.
Los fluidos naranjas suelen ser sangrados ocasionados por cambios hormonales y si se toman medidas en la relaciones sexuales no cabría preocuparse demasiado si no hay dolor.