La ampalaya es una planta trepadora originaria de Asia que produce un fruto comestible, muy utilizado en la cocina y en la medicina tradicional de distintas culturas orientales. El nombre botánico de la ampalaya es “momordica charantia”, y se conoce con varios nombres dependiendo del país y de la región. En Occidente es conocida también como melón amargo o calabaza amarga. Es un fruto de color verde que efectivamente recuerda un poco las calabazas por sus característicos habones. El sabor de la ampalaya es muy amargo. Muchas recetas sugieren cortarla en rebanadas sutiles y hacerla freír con cebolla y otros ingredientes más dulces. Entre las propiedades que se atribuyen a la ampalaya destacamos:
– reduce el nivel de azúcar en la sangre, y resulta muy efectiva en la terapia para el diabetes;
– es un excelente antiséptico que se puede utilizar para la limpieza de heridas y leves quemadura puesto que posee también propiedades cicatrizantes;
– protege bazo e hígado de los efecto dañinos del alcohol y de otras toxinas, hasta el punto que en muchos países orientales se aconseja su uso después de una borrachera;
– alivia el estrés, contribuyendo a disminuir algunos tipos de dolores de cabeza y los efectos nocivos de la tensión en el organismo;
– ayuda a disminuir la presión arterial por efecto de la relajación de las paredes del sistemas vascular; en este sentido es un buen remedio natural para disminuir los riesgos de ataques cardíacos.
Cabe destacar que en comercio se pueden encontrar varios preparados de medicina natural que se basan en extractos de ampalaya. Entre los principios activos de la ampalaya que han sido probados destaca la presencia de varias sustancias benéficas al organismos, cuales Fósforo, Calcio, vitamina A y varios complejos de vitamina B.