Colecistoquinina o colecistocinina es el nombre científico de la hormona conocida para el gran público como la hormona del apetito. Aunque es una hormona, también realiza la función de un neurotransmisor actuando sobre las neuronas localizadas en el hipotálamo, inhibiendo el apetito. Un estudio científico ha demostrado que la administración de colecistoquinina a pequeños roedores reduce su ingesta de alimentos y se está estudiando la posible aplicación de esta sustancia en pacientes obesos, para estimular la pérdida de peso.
Esta hormona se produce en las células epiteliales de la mucosa del duodeno, la parte media del intestino delgado. Pertenece al grupo de las quininas, hormonas cuya biosíntesis depende de la degradación de las globulinas por parte de sustancias enzimáticas específicas.
Su función principal como hormona es la de controlar las funciones intestinales. La colecistoquinina estimula la producción pancreática de enzimas y de bilis, inhibe el vaciado gástrico y causa la contracción de los músculos del aparato digestivo. Gracias a esta triple acción, la colecistoquinina favorece la absorción de los nutrientes de los alimentos ingeridos.
Una faceta negativa de esta sustancia es su relación con el cáncer. Tanto en los cánceres de pulmón, como en los de estómago y de colon, la colecistoquinina participa en la estimulación del crecimiento de los tumores. Además, diversos estudios han demostrado la relación de esta sustancia con la aparición del cáncer pancreático. Reducir la cantidad de grasas y proteínas que ingerimos sirve como prevención de este tipo de cáncer porque nos protege del sobreestímulo que estos nutrientes realizan sobre la producción de colecistoquinina.