Un bloqueo facetario se encuentra dentro de las técnicas mínimamente invasivas y consiste en aplicar antiinflamatorios muy potentes –que pueden ser esteroidales o corticoides- en las articulaciones conocidas como facetarias para contrarrestar el síndrome facetario que diagnosticara previamente el especialista.
Estas articulaciones facetarias se encuentran ubicadas en la parte trasera de la columna vertebral, contribuyen a la estabilidad de la columna vertebral y posibilitan sus flexiones y torciones.
Los investigadores dividen en dos, las circunstancias que requieren un bloqueo facetario, que son el diagnóstico, para aquellos casos en que el doctor necesita confirmar un diagnóstico, o terapéutica, para tratar cualquier trastorno identificado con anterioridad.
Esta intervención es tan sencilla que no toma más de media hora realizarla, de hecho se practica en la modalidad ambulatoria en un pabellón y con el uso de rayos X. El paciente permanece despierto durante el tiempo que tarda la operación –una inyección de corticoide-, en una posición boca abajo. Es importante que durante la operación el personal auxiliar se mantengan en estricto control del paciente a través de un electrocardiograma y el monitoreo constante del oxígeno.
Entre los requisitos que debe cumplir cualquier persona para entrar al salón de operaciones está no haber ingerido aspirina últimamente y no haber comido nada en las últimas seis horas, para prevenir los malestares y las náuseas relacionadas con la anestesia. La mejoría y la disminución del dolor en la zona lumbar desaparecerán gradualmente, así como también los malestares habituales asociados al bloqueo facetario y su procedimiento.
Al igual que en el resto de los procedimientos médicos es posible que aparezcan algunos efectos secundarios luego de la intervención, tales como sangrado y dolor en el área de la inyección, al igual que los corticoides, que presentan efectos adversos, pero que suelen desaparecer a los pocos días del inicio de la recuperación.