Los huesos son duros; pero hasta las cosas duras pueden romperse. Como un lápiz de madera, los huesos pueden doblarse bajo presión. Pero si la presión es demasiada, o muy repentina, los huesos pueden fracturarse. Una caída es suficiente para romper un hueso.
Cuando un hueso se rompe se llama una fractura. Hay más de una manera de fracturarse un hueso. Una fractura puede considerar desde una del tamaño de un cabello hasta un hueso completamente roto en dos piezas tal como una rama de un árbol.
Los huesos no son sólidos por completo. Un centro suave y esponjoso ayuda a los huesos a resistir ser doblados o torcidos y además previene que los huesos sean demasiado pesados.
Los huesos tienen un cierto grado de flexibilidad. Los huesos de un niño son más flexibles y conforme las personas envejecen lentamente reemplazan el colágeno que otorga la flexibilidad por minerales no flexibles. Por lo tanto, los huesos de una persona adulta no tienen la misma flexibilidad que los de un niño pero conservan un poco de ella.
Los adultos tienen 206 huesos. Sin embargo, al nacer, los humanos tienen 300 huesos. Algunos de ellos se unen antes de alcanzar la edad adulta, lo cual reduce el número total de huesos.
Existe un constante reemplazamiento de los materiales en los huesos, los cuales permiten que sean reparados cuando se dañan. Los minerales como el calcio constantemente se mueven entre la superficie del hueso y los vasos de sangre circundantes.
El fémur es el hueso más largo en el cuerpo. Mide aproximadamente un cuarto de toda la longitud del cuerpo