Este aparato puede dar imágenes hasta millones de veces mayores que los objetos observados. En él no se utilizan «rayos» luminosos ni lentes de vidrio, sino sutiles haces de electrones y «lentes» constituidas por electrodos y electroimanes. La imagen se forma en una pantalla fluorescente similar a la de los televisores, y puede ser observada o fotografiada. Las ondas electromagnéticas visibles, es decir, los «rayos» luminosos usados en el microscopio óptico no dan aumentos superiores a 2 500 veces. Los «rayos» luminosos no pueden en realidad «explorar» objetos tan pequeños que tengan dimensiones inferiores a la longitud de onda de la luz. A los electrones se les atribuye una «longitud de onda» mucho más corta que la de las ondas visibles: por lo tanto, los haces de electrones pueden revelar detalles mucho más pequeños que los ópticamente «visibles».
Cómo funciona el microscopio óptico
El microscopio óptico permite obtener imágenes hasta 2 500 veces mayores que los objetos observados. En general los objetos son observados por transparencia. El aparato se compone de un conjunto de lentes simples. Sujeto a la base del microscopio, un espejo refleja la luz procedente de una fuente de iluminación. Un juego de lentes (condensador) concentra la luz a través del agujero de la platina portaobjetos, sobre el objeto (colocado generalmente sobre un vidrio delgado y recubierto con otro vidrio cubreobjetos). Al mover el tubo móvil se acerca uno de los objetivos al objeto y se obtiene el «enfocado». La imagen formada por el objeto es observada con otro sistema de lentes: el ocular. Diversos objetivos montados sobre una torreta giratoria permiten cambiar la potencia de aumento del instrumento.