En el coeficiente de explotación se comparan los gastos de funcionamiento de una empresa con sus ingresos por ventas. Los gastos de operación incluyen los costos administrativos, los sueldos de gestión y de arrendamiento de tierras, mientras que se dejan aparte los costos financieros. El cálculo de la proporción utiliza las ventas netas, teniendo en cuenta los artículos devueltos, dañados y descuentos.
El cálculo del ratio operativo se realiza mediante la adición de la suma de los gastos de funcionamiento con el costo de los bienes vendidos. Esta cifra se divide por las ventas netas. Su resultado se multiplica por 100 para producir un porcentaje.
Por otro lado las relaciones de funcionamiento se usan para dos tipos de comparaciones. Por un lado la relación de una empresa con sus operaciones, y por otro los ratios de funcionamiento de dos empresas rivales.
El concepto de limitaciones se usa por lo general para comparar el funcionamiento de las relaciones de las empresas de un mismo sector. Esta función parte de la base de que algunos tipos de negocios tienen un nivel intrínsecamente más elevado de rentabilidad que otros, dependiendo de los gastos de funcionamiento en cuestión.
Las razones de funcionamiento no tienen en cuenta las cargas financieras, por lo que una empresa puede parecer estar operando de manera eficiente, pero en realidad estar paralizada por los costos de los intereses de, por ejemplo, un alquiler de equipos. Las relaciones de explotación pueden en algún momento ser interrumpidas por los costos de expansión. Esto puede suceder cuando una compañía que construye una nueva fábrica aparentemente parece estar operando con menor eficiencia de ese año, a pesar de que a largo plazo es probable que sea una medida beneficiosa.