Si nos interesa el cuidado de los recursos naturales del planeta, debemos saber que mediante la práctica en nuestros hogares de una serie de prácticas respetuosas con el medio ambiente, no sólo protegeremos los recursos para las siguientes generaciones sino que también podremos ahorrar un dinerillo que reinvertiremos en otras partidas de gasto doméstico.
Esta postura de consumo consciente parte del análisis de las conductas establecidas que determinan un despilfarro de agua o la energía, que se debe realizar en familia y poner en común los comportamientos para solventar esos malos usos.
Por lo que respecta a la calefacción del hogar, un buen aislamiento térmico puede permitirnos ahorrar unas cantidades jugosas cada mes, que si combinamos con otros gestos como no abrir las ventanas cuando está encendida la calefacción o la instalación de un termostato para que la caldera no caliente las estancias más de 20 grados, se verán aumentadas exponencialmente. El consumo eléctrico se puede reducir apagando los aparatos cuando no se utilizan, comprar electrodomésticos eficientes de clasificación A o superior, aprovechar la luz del día al máximo y no encendiendo las luces cuando no estemos en las habitaciones.
Con el agua sucede algo parecido, pues el despilfarro suele ocasionar situaciones de carestía y restricciones en el período estival. El ahorro del líquido elemento pasa por una serie de hábitos saludables como el recurso a la ducha antes que al baño, cerrar el grifo cuando se enjabonan los cubiertos en la cocina, mientras nos lavamos los dientes o nos peinamos. En lugar de dejar correr el agua hasta el desagüe mientras se calienta para ducharnos, podemos llenar un cubo y utilizarlo para fregar el suelo. Si tenemos electrodomésticos eficientes, suelen consumir menos agua con programas inteligentes o mediante el uso de media carga. Es interesante no abusar de estos programas y llenar completamente el lavavajillas, por ejemplo. Si ponemos difusores en los grifos, también ahorraremos un par de litros cada vez.