Cómo entender la factura de la luz

Las facturas de la luz son resultado de sumar las tarifas fijas (alquiler del equipo, cuota mínima…) más los gastos variables, es decir, los ocasionados directamente por el consumo que hayamos tenido durante ese periodo de tiempo.

Habitualmente una factura de la luz se cobra cada dos meses, aunque también podría ser mensual. Para interpretarla debemos tener en cuenta que vendrán detallados los gastos fijos de los que hablamos antes; esa será la parte de la que nunca podrá bajar la facturación total, equivaldría a irse de casa esos dos meses y bajar los plomos, es decir, un consumo cero, por el que solo nos facturarían las cuotas fijas que tengamos contratadas.

Normalmente se paga una u otra tarifa según la potencia total que tengamos contratada, es decir, la capacidad máxima de consumo que tenemos en casa. Imaginemos que tenemos un horno que consume como máximo (su potencia) dos mil Vatios, y una lavadora que consume mil. La potencia que tendremos que tener contratada para poner a funcionar estos dos aparatos a la vez sería de tres mil Vatios, y debemos tener en cuenta que si conectásemos cualquier cosa más (una simple bombilla por ejemplo) se bajarían los plomos y todo se apagaría.

Para la interpretación del valor variable de la factura debemos saber ciertos detalles de electricidad, además de la potencia de la que ya hemos hablado hay otra característica que es el consumo y que se mide en vatios-hora. Estos vatios-hora se multiplican por el precio unitario y con la suma de todo ello conseguiremos el valor total de la factura.

Además, como curiosidad, debemos saber que un vatio-hora equivale a lo que gasta algo que tenga por potencia un vatio si está encendido durante una hora.

A este precio debemos agregarle, lógicamente, los impuestos. Estos estarán compuestos por los impuestos directos (IVA por ejemplo) y posiblemente alguna cuota especial para, por ejemplo, favorecer algún sector industrial energético como el del carbón.