Primeros pasos para saldar una deuda

Cuando se contrae una obligación de pago, la devolución de la deuda parece cosa fácil al principio, pero pueden surgir imprevistos que hagan que sudemos lo indecible cada euro que debemos entregar. La mejor postura que podemos adoptar en este caso es la de no generar más deuda, de forma que nuestra economía personal vaya destinada al ahorro y a saldar esa cantidad pendiente.

Para facilitar nuestro objetivo, deberemos deshacernos de nuestras tarjetas de crédito, pues es muy sencillo caer en la trampa de financiarnos de forma progresiva a través de ellas y acabaremos acumulando una importante cantidad que deberemos devolver. Si no es necesario, no renuncies a todas, pues podrías usarla en caso de emergencia, pero dejándolas en casa te darás cuenta de que no son imprescindibles y debes pagar comisiones y gastos derivados de su uso. En caso de que ya hayas acumulado una suma importante, procura estirar al máximo la cantidad restante para usar lo menos posible la tarjeta. Si procedes de esta forma, llegará un momento en que no debas pagar nada.

Una vez hayamos solucionado este desequilibrio, la forma de abordar el pago de la deuda es la de consignar una cantidad fija y realista a los gastos semanales, la estrictamente necesaria para vivir y no realizar gastos adicionales. El dinero restante lo destinaremos al pago, hasta que haya sido saldada. La experiencia será dura pero nos permitirá aprender a gestionar mejor nuestros recursos económicos y a llevar cuidado cuando tengamos ingresos más solventes y nos sintamos con mayor poder adquisitivo. Reservar un poco cada mes es una buena práctica para el futuro.