Disolver una sociedad anónima: principales inconvenientes

Para no tener sorpresas desagradables a la hora liquidar y disolver una sociedad anónima, debemos tener muy claro el proceso y los pasos que deberemos seguir.

En el caso de que la disolución de la sociedad haya sido motivada por el desacuerdo de los socios sobre la gestión, debe convocarse una asamblea general para decidir la disolución. De forma general, el procedimiento quedará recogido en los estatutos fundacionales de la sociedad, por lo que tal vez exista la necesidad de que asista un porcentaje de socios determinado para que sea válida la decisión en caso de que la votación sea favorable a la disolución.

Es probable que algunos asistentes se muestren en contra y planteen bloquearla, por lo que el resultado de la votación es decisivo. En caso de bloqueo, será un juez quien determine y acuerde el modo en que se disuelva si encuentra argumentos suficientes para dar luz verde al proceso. Alguno de los argumentos válidos pueden ser las graves divergencias entre administradores y accionistas, que impiden el adecuado control de la empresa. Del mismo modo, si hay pérdidas que superen la mitad del capital social, puede ser suficiente, aunque debe realizarse una investigación independiente para determinar si es real o no el dato.

En caso de que la disolución de la compañía se permita, deberemos negociar los contratos vigentes con las partes contrarias y abonar las deudas fiscales. En el primero de los supuestos, la negociación es vital para conseguir darlos por extinguidos, pues no se puede liquidar la empresa hasta que se cumplan los contratos y convenios. En el segundo de los casos, si no liquidamos las deudas, los accionistas podrían convertirse en deudores.

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Categorias: Legal
Ultima modificación: 01/14/2013