Las condiciones establecidas en los últimos tiempos previos al estallido de la burbuja inmobiliaria dejaron una serie de cláusulas abusivas en numerosos contratos de préstamos hipotecarios, que dejan al solicitante en unas pésimas condiciones para beneficiarse de las fluctuaciones del mercado. Tal es así, que las famosas cláusulas suelo y techo, establecidas en principio como una protección para que el solicitante no debiera pagar más de lo razonable ni el banco perdiera dinero, se convirtieron en una trampa para los incautos que creyeron en la buena perspectiva de un préstamo que ofrecía un tipo Euribor+0,60 a cambio de un nivel de vinculación alto con la entidad. Así, con unas cláusulas de suelo que rondan el 5%, que es un tipo de interés que con dificultad se alcanzaron en tiempos de bonanza, ninguno de los que firmaron podrán beneficiarse de las actuales rebajas y se prevé que mantendrán un alto pago de intereses si no durante toda la vida del préstamo, si durante la mayor parte del mismo. Del mismo modo, otras cláusulas abusivas son la obligatoriedad de contratar un seguro de vida que cubre el pago del préstamo o el establecimiento de un seguro que cubre el pago de una mensualidad en caso de desempleo, pero no pagará las doce correspondientes al año, sino una cuota aislada, aunque deba abonarse en concepto de seguro cada mes. El despropósito de estas condiciones ha impulsado a muchos hipotecados a recurrir a denunciar estas condiciones debido a que en ocasiones se establecieron de forma irregular o amparadas en la buena fé del solicitante que confiaba en las buenas prácticas del banco. Craso error. Para que se pueda deshacer el entuerto, deberemos demandar al banco y llegar a juicio para que sea el juez quien determine la supresión de las cláusulas y el establecimiento de un nuevo préstamo. Será necesario que acudamos a un abogado especialista en temas mercantiles, que será sin duda fundamental en conseguir un dictamen favorable a nuestros intereses.
