Perder una amistad trae consigo dolor y resentimiento pues en casi todos los casos lo que se daña es la confianza mutua que había entre dos personas. No es extraño que alguna de las dos partes se sienta traicionada y piense que nunca volverá a ser amigo de quien “le falló”. En casos como estos el tiempo cura siempre las heridas y lima las asperezas. Y lo que hace mucho terminó con un “hasta nunca” ahora puede renacer y empezar una buena segunda etapa.
Si tu primer paso es hacer una llamada corres el riesgo de que la otra persona te cuelgue el teléfono. Lo recomendable en estos casos es escribir una carta o correo electrónico donde transmitas tus ideas y emociones de manera ordenada y expreses claramente tu intención de retomar la amistad. Es cien por cien seguro que la otra parte leerá tu mensaje siquiera por curiosidad. Si pides perdón sinceramente con una autocrítica (en caso la culpa fuera tuya) o manifiestas tu deseo de perdonar y olvidar (en caso la culpa fuera de la otra persona) puedes apostar que recibirás una respuesta. Entonces podrían quedar en verse y hablar las cosas con sinceridad, dándose una nueva oportunidad. En caso necesites ayuda siempre puedes recurrir al apoyo de un amigo en común como nexo entre ambos.
Para esto es necesario identificar el problema y sus orígenes, en qué momento se echaron las cosas a perder y por qué. Lo ideal es que ambos estén predispuestos a retomar una vieja amistad en nombre de los mejores momentos. Reunirse para hablar de las buenas épocas ayuda y aminora la tensión. Pero nunca olvides que no se puede arreglar algo de la noche a la mañana y los sentimientos solo pueden ser reconstruidos con paciencia, dedicación y afecto. Aprende a ceder y a olvidar, dejando en claro que la confianza y la amistad es algo muy valioso como para perderlo por segunda vez. Una nueva gran etapa podría estar a punto de comenzar. Las personas podemos equivocarnos y por lo mismo tenemos derecho a una segunda oportunidad.