Al presentarse a una entrevista hay que tomar en cuenta algunos detalles en nuestra persona y en nuestra apariencia; es muy importante reflejar una buena impresión y ello siempre se empieza por el aspecto visual. Debemos presentarnos a una entrevista vistiendo adecuadamente, no como para ir a una gran fiesta o a una cena de gala pero si vestidos formalmente y luciendo arreglados. Se debe evitar presentarse con zapato tenis, con la ropa arrugada o un poco manchada. Debemos intentar lucir tan impecablemente como nos sea posible. Debemos cuidar ser muy puntuales y no llegar fumando o masticando chicle.
Una vez que la entrevista comienza debemos sentarnos correctamente, no encorvarnos ni mostrar signos de que nos sentimos incómodos o nerviosos, por ejemplo, moviendo las piernas de un lugar a otro o balanceándolas o estar tronándonos los dedos o frotándonos las manos; aparentan estar relajados aunque no sea completamente cierto es esencial.
Debemos prestar atención a todas las preguntas que nos hacen, escuchar muy cuidadosamente desde el principio de la entrevista.
Hay preguntas de rutina como, cómo se enteró del empleo, cuál es su nombre, edad, etc., Y desde esas preguntas tenemos que ser rápidos al contestar y ser activos; así evitaremos tener que pedir que se repitan las preguntas. El hacer de esta entrevista una conversación es el objetivo.
La mirada hacia los ojos del entrevistador es algo muy importante, debemos observarlo tanto como nos sea posible para evitar que se piense que estamos inseguros en nuestras respuestas o que las estamos inventando o tratando de evadir, aunque debemos evitar el exagerar el tiempo que los miramos. Si ellos necesitan sacar algún expediente de un cajón o escribir algo podemos dirigir nuestra mirada hacia otro lugar. Tenemos que pensar que debemos evitar el sentirnos intimidados ante las miradas del entrevistador, por lo general es lo que ellos intentarán con el fin de saber nuestras debilidades.