Aunque hoy en día los divorcios han aumentado y cada vez se propician más, no quiere decir que existan muchas razones auténticas para que así sea. Sin duda es una elección que requiere de determinación y de haber considerado todos los factores a favor y en contra y las consecuencias que puede tener una decisión de esta naturaleza.
Si en el matrimonio hay hijos, son ellos los que resultarán más afectados ante una determinación así. Pueden sentir la desintegración del amor de sus padres y quizás puedan creer que ellos influenciaron esta decisión, sintiéndose culpables, principalmente si los hijos aún son pequeños.
Hay muchos divorcios que en verdad resultan la mejor opción ante una situación intrafamiliar de violencia física o verbal. Da una oportunidad de reencontrar autonomía respecto a su persona y su dinero, su tiempo y sus decisiones. Es una oportunidad de volver a empezar, volver a convivir con la familia, los amigos sin remordimientos ni reproches y de volver a empezar una relación con alguien que se comprometa a entregar su cariño sincero y verdadero.
Sin embargo, parece que no importa cuál haya sido el motivo que propició el tomar la decisión de un divorcio. Generalmente, ante la sociedad, aquél que se divorcia recibe una mala opinión. Si la persona, debido a las circunstancias que llevaron a la separación se encuentra vulnerable emocionalmente y quizás insegura de sí misma, la percepción que tenga la sociedad de ella puede afectar su autoestima y causarle un conflicto personal que puede desencadenar problemas mayores.