Una de las más importantes responsabilidades que inmediatamente adquieren los padres al traer hijos al mundo es el enseñar a los niños justamente eso, responsabilidad. La cual implica la capacidad de responder eficaz y eficientemente ante las situaciones que se van presentando a lo largo de la vida.
La responsabilidad no se trata de dar órdenes, imponer obligaciones y amenazar con consecuencias si estas no se cumplen. La responsabilidad va mucha más allá de eso, abarcando la comprensión de lo que implica cuidar, amar y proteger, no sólo a uno mismo, sino al entorno, e incluso a las demás personas que habitan con nosotros este mismo planeta, nuestro hogar, y que de alguna forma también son como nuestra familia extendida.
La responsabilidad es un arte, que se va aprendiendo y puliendo a medida que el individuo va creciendo, haciéndose tan importante en la vida de todos, pues sin responsabilidad, ¿cómo nos cuidaríamos entre nosotros? Además, si aprendemos desde pequeños lo que implica la responsabilidad en todas sus dimensiones, también seremos capaces de interpretar si otros están realmente siendo responsables o simplemente están derivando eso que les corresponde, a terceras personas.
Los primeros pasos para enseñarle a los niños la responsabilidad, pueden abarcar aspectos de su propia vida, enseñándoles de paso las varias ventajas que trae consigo, la organización, las tareas, los límites y las obligaciones, siempre mostrando el ejemplo, pues en estas cosas no se pueden mentir a los niños, pues notarán cualquier tipo de incoherencia y la tomarán como injusta o peor. Es mejor simplemente ser auténticamente responsables.
Estos aspectos de su vida tienen que ver con las tareas de la escuela, la organización de sus juguetes, asumir si se equivocaron en algo y estén abiertos a aprender (para lo cual los padres deben estar dispuestos), ayudar en algunas tareas ligeras de la casa dependiendo de la edad, que se ocupe del lavado y cuidado de sus ropas, que sea aseado sin tener que decírselo, que aprenda lo que es cuidar de otro cuidando a alguna planta o mascota siendo supervisado siempre por el adulto, que respete los límites habiéndole por supuesto explicándole a qué se deben estos, etc.